la importancia de la participación colectiva en el trabajo comunitario

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Este artículo fue traducido por Elaine Conde, participante voluntaria de la Comunidad de Traducción del Instituto Elos.

Simone Weil, filósofa francesa que estudió la inseguridad obrera, presenta tres elementos de desarraigo presentes en la experiencia de su trabajo en la fábrica: el miedo, el cansancio y la sujeción. Estos mismos elementos se pueden percibir en la experiencia comunitaria.

 El desarraigo, explica Eclea Bosi, psicóloga social que coordinó el Laboratorio de Memoria e Historia Oral Simone Weil de la Universidad de São Paulo, es la “ignorancia del trabajador en relación al destino de las cosas que fabrica”. Es decir, cuando una persona se encuentra fragmentada, alienada de su propia historia, de su realidad, de su destino, se encuentra desarraigada.

Desde 2014 trabajo en el área de desarrollo comunitario en Instituto Elos. La experiencia en un proyecto me impulsó a profundizar algunas reflexiones y decidí hacer una maestría en el campo de la psicología social para buscar respuestas a mis inquietudes. Residentes del Residencial Jardim Bassoli, Campinas, São Paulo, aportaron testimonios sobre los procesos de salida de la vieja casa y llegada al residencial que demostraron la existencia de los factores de desarraigo descritos.

El sometimiento lo vivieron estas personas cuando el gobierno tocó la puerta y advirtió: “te vas a tener que ir”, sin espacio para el diálogo ni comprensión de los motivos de la obligación de tener que mudarse a un nuevo barrio, completamente desconocido, convivir, arriba o abajo, también con desconocidos provenientes de varios otros barrios de la ciudad.

Se sentía el cansancio por los desplazamientos de más de dos horas entre el lugar de trabajo y la casa, considerando los 23 kilómetros que separan Jardim Bassoli del centro de Campinas y la falta de líneas de ómnibus y terminales de integración.

El miedo estaba presente en la forma en que se trataba a las personas desde el comienzo del proceso de eliminación: un número.

Cada familia se contaba como una de las dos mil trescientas y ochenta familias, sin importar se en una de ellas son dos personas, tres o siete. Sin importar que en uno de ellos haya una madre con un bebé recién nacido, o una señora en silla de ruedas.

La cosificación, que es la transformación de las personas en objetos, convierte los dramas humanos en números.

Así como la trabajadora es sólo una unidad en la fuerza de trabajo de los estudios de Simone Weil. “somos invisibles, apenas existimos”, escribió. La residente tampoco es alguien, apenas existe, es solo un número.

Un proyecto de desarrollo comunitario que se lleva a cabo en este tipo de territorios, donde la gente ha vivido una intensa experiencia de desarraigo, necesita tener la sensibilidad para promover la escucha atenta, porque antes de empezar a soñar con el futuro, es necesario escuchar, escuchar, escuchar y invitar a las personas a compartir sus historias en espacios de escucha colectiva.

Es importante que los residentes reconozcan que no son solo un número, que son parte de un grupo de personas que han pasado por las mismas experiencias.

A medida que se llevan a cabo reuniones comunitarias y las personas se sienten bienvenidas y pertenecientes, es posible comenzar a construir una visión compartida del futuro del nuevo vecindario. Un primer punto a destacar es: al participar en las reuniones comunitarias, los vecinos descubren que no están solos, que hay otras personas, sus vecinos, que también quieren moverse para transformar la comunidad:

“Vaya, después de que sucedió el esfuerzo en conjunto en la plaza, eso me motivó a hacer mucho más. No es solo ahí donde se necesita, hay otros lugares, hay otras cosas que hacer. Entonces pensamos así: ‘wow, ese lugar está tan abandonado’ si esperamos a que venga la entidad pública, el ayuntamiento para que lo hagan, lo harán regañadientes, entonces es mejor que vayamos allí, y nosotros lo hacemos. Ahí lo tienes, publícalo en el grupo, mira quién está disponible para ayudar y tal, siempre hay alguien disponible. ‘Entonces, ¿hagámoslo?’, ‘¡Hagámoslo!’” Eso es genial, ¿verdad? Esa parte en la que no solo eres tú quien mira de esa manera, hay muchas otras personas que ven de la misma manera que tú. Y le gusta el lugar donde vive y quiere verlo de otra manera”.

Fabiana, residente de Jardim Bassoli

Otro punto importante a destacar es el desarrollo de la confianza en uno mismo a través de actividades en grupo. Cuando la residente se da cuenta de que su proyecto puede funcionar, que no está sola, se siente segura, incluso para hablar y contarle a más personas las actividades que está realizando:

“Recuerdo que cuando estabas en esa primera plaza dijiste: ‘Renata, ¿vamos a hacer una entrevista?’ Entonces yo dije: [ella sacude negativamente la cabeza], pero es por timidez, ¿no?! Pero hoy ya puedo hablar un poco de nosotros, de nuestro proyecto, apenas comienza, ya sabes, pero nuestros sueños se están haciendo realidad”.

Renata, residente de Jardim Bassoli

Las relaciones amistosas que se desarrollan y fortalecen a partir de reuniones comunitarias y actividades colectivas transforman la vida de las personas y el lugar donde viven.

“Cuando lo vi dije ‘oye, te ayudaré’. Tenía ganas de ayudar, de dar lo mejor de mí en los pocos días que pudiera ayudar. Estoy muy agradecido con el proyecto por mirarnos y tener esta visión positiva del barrio. Hay mucha gente que ve a Jardim Bassoli como un lugar negativo, pero yo no. He vivido aquí durante cinco años y siempre trato de ver el lado positivo. Hasta ahora es el lugar donde tengo que vivir y si algún día me voy de aquí quiero recordarlo como un buen lugar. Conocí a mucha gente buena aquí durante el esfuerzo conjunto: el equipo de talentos, incluso mis vecinos con los que no teníamos afinidad. A través del proyecto gané muchos amigos”.

Idrenio, vecino de Jardim Bassoli

Según el investigador José Moura Gonçalves Filho (2003, p. 223, énfasis del autor): “la amistad representa igualdad y, más precisamente, sociedad en igualdad”. esta noción de amistad revela “la necesidad que tenemos de que la convivencia comunitaria crezca en la experiencia de arraigarse en el mundo” (SVARTMAN; GALEÃO-SILVA, 2016, p. 341).

La comunidad, por lo tanto, presupone relaciones de vecindad igualitarias, el sentimiento de amistad política, cuando diferentes personas se encuentran en igualdad de condiciones y experimentan prácticas que favorecen la acción colectiva. Simone Weil relata la experiencia de la huelga en la fábrica y habla de la alegría que ella y los demás trabajadores experimentaron:

“Sí, una alegría. (…) Qué alegría entrar en la fábrica con el permiso sonriente de un obrero que custodiaba la puerta. La alegría de encontrar tantas sonrisas, tantas palabras de acogida fraterna. (…) La alegría de decir lo que hay en tu corazón a todos, jefes y compañeros, en esos lugares donde dos trabajadores podrían trabajar durante meses a la vez, uno al lado del otro,

 sin que ninguno de los dos supiera lo que pensaba el vecino. (…) Finalmente, por primera vez, y para siempre, habrá otros recuerdos flotando alrededor de estas pesadas máquinas, y no sólo el del silencio, la opresión, la sumisión. Recuerdos que ponen un poco de orgullo en el corazón, que dejarán un poco de calor encima de todo ese metal”. (WEIL, 1979, pág. 106)

Las experiencias de participación comunitaria contribuyen a sobrellevar los sentimientos de sujeción, miedo y cansancio y a promover sentimientos de alegría, favoreciendo el arraigo, caracterizado por el filósofo francés como:

“(…) la necesidad más importante y más desconocida del alma humana y una de las más difíciles de definir. El ser humano tiene su raíz por su participación real, activa y natural en la existencia de una colectividad que mantiene vivos ciertos tesoros del pasado y ciertos presentimientos del futuro.” (WEIL, 2001, pág. 43).

La frase repetida con insistencia en varias reuniones comunitarias “la unión hace la fuerza” no es sólo un discurso, es una acción, y es colectiva.

La transformación de la residencia Jardim Bassoli en comunidad se dio a través de la participación de los vecinos en acciones colectivas, cuando decidieron echar raíces en este lugar y luchar para que sea el mejor lugar para vivir, no solo para ellos, sino para todas las personas que viven alli.

 Referencias bibliográficas:

BOSI, Ecléa. O Tempo Vivo da Memória: Ensaios de Psicologia Social. São Paulo: Ateliê Editorial, 2003.  

GONÇALVES FILHO, José Moura. Problemas de método em Psicologia Social: algumas notas sobre a humilhação política e o pesquisador participante. In: BOCK, Ana Mercês Bahia. (Org.), Psicologia e compromisso social. São Paulo: Cortez, 2003. 

SVARTMAN, Bernardo Parodi. & GALEÃO-SILVA, Luís Guilherme. Comunidade e resistência à humilhação social: desafios para a psicologia social comunitária. Revista Colombiana de Psicologia. Bogotá. v.25, n.2, p. 331-349, 2016. 

WEIL, Simone. O enraizamento. Bauru, SP: EDUSC, 2001. 

A condição operária e outros estudos sobre a opressão. Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1979.

Clarissa Borges es GSA 2012. Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Federal de Santa María (2010), con maestría en Psicología Social por la Universidad de São Paulo (2021). Desde 2014 trabajo como movilizadora social y facilitadora de grupos en proyectos de desarrollo comunitario. En mi tiempo libre uso el bordado para descansar la mente y como herramienta de lucha en la militancia feminista, antirracista y por la visibilidad LGBTQIAP+.

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